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"Mujeres peinándose" Edgar Degas |
En países recién salidos del sistema colonial de castas, la
apariencia, el color y la procedencia social, pesan a diario, nadie lo quiera
hablar, pero ahí está, latente, cotidiano. Hace años, cuando entré a la
universidad me hice un corte del cual me arrepentí casi al momento del primer
tijerazo, pasaron 4 años para que llegara a la longitud que tanto deseaba y en
una ocasión, hallándome en un café, vi pasar a una chica de cabello muy largo y
vestir sencillo. Al mirarla, mi acompañante dijo una frase que yo nunca había
oído “cabello a la cintura, chacha
segura”. Me sentí ofendida. Mi cabello ya casi llegaba a ese largo. Sin
embargo, me di cuenta de dos cosas: ¿cómo es que asociamos el cabello largo con
las chicas de ayuda doméstica? y la segunda ¿por qué debía representar para mí
una ofensa? Si en realidad pareciera sirvienta por llevar el cabello a la
cintura no habría por qué apenarse ¿o sí? Después de todo, es un trabajo.
Para intentar responder la primera cuestión, diré que muchas
de estas chicas vienen de comunidades rurales donde la costumbre es llevar el
cabello largo, a veces más debajo de las costillas, rara vez suelto y la mayor
de las veces, trenzado. Al mismo tiempo, en el imaginario, las zonas rurales
suelen asociarse a la población indígena –aunque los ranchos estén poblados,
mayormente, por gente “mestiza”- grupos étnicos en los que las mujeres
acostumbran llevar el cabello largo y trenzado.
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"Mujeres peinándose" de Diego "Doug" Rivera |
Y viene la dura reflexión, hecha hace 30 años, por José
Emilio Pacheco, que los indígenas son despreciados porque, al mismo tiempo, son
los pobres, los morenos, los marginados.
Lo que pretendo señalar es que la frase “Cabello a la
cintura, chacha segura” no refleja más que una actitud de desprecio ante tres
cosas:
-La gente indígena o de ambiente rural.
-La gente pobre.
-El trabajo físico.
Lo cual nos conduce a la segunda cuestión: el trabajo
realizado casi exclusivamente por la fuerza física y su estigmatización negativa.
Es posible que lo que haga que estas labores se vean tan menospreciadas sea la
falta del paso por la educación formal, como si no implicaran un esfuerzo,
consumo de energía y gasto de tiempo, tal como el resto de los trabajos. En
este campo otro gremio tan vejado y con un imaginario tan elaborado como el de
la ayudanta doméstica, es el del albañil, oficio y ocupación desdeñada porque
quien lo desempeña es la gente pobre y no es necesaria la instrucción formal,
como si cualquier civil tuviera el conocimiento para levantar una pared.
En fin, el lenguaje y sus intenciones nunca son ingenuos,
antes de emplear frases por el estilo,
habría que reflexionar sobre su verdadero significado, el mensaje que
transmite: establecer barreras y estatus. Aborrecer a quien no tuvo
oportunidades.
Despreciar, aunque sea de soslayo, a alguien cuyo arreglo
pudiera denotar el desempeño de un trabajo humilde, en un país donde la mayoría
tenemos que partirnos la espalda para subsistir, es una abierta contradicción.
[Todos
somos uno :9].